Cecilia Puertas
Docente Investigadora
Escuela de Gestión Ambiental

 El científico naturalista alemán Alexander von Humboldt dijo: “Los ecuatorianos son seres extraños y únicos: duermen tranquilos en medio de crujientes volcanes, viven pobres en medio de incomparables riquezas y se alegran con música triste”.

Ecuador es uno de los 17 países megadiversos del mundo. Los países megadiversos son un grupo de naciones que contienen más del 70% de la biodiversidad del planeta, fueron nombrados en 1998 por Conservation International para promover la conciencia sobre la conservación de la biodiversidad en el mundo.

Según Conservation International, Ecuador es el país más rico, en términos de biodiversidad por kilómetro cuadrado, que cualquier otra nación en el mundo. Aproximadamente el 8% de las especies de anfibios, el 5% de las especies de reptiles, el 8% de las especies de mamíferos y el 16% de las especies de aves en el mundo se encuentran en este pequeño país, que comprende solo el 0.2% de la superficie terrestre del planeta. Ecuador también es rico en otros recursos naturales como petróleo, depósitos minerales, pescado, madera y fuentes de agua.

Para ponerlo en perspectiva, el territorio ecuatoriano tiene aproximadamente el mismo tamaño que el estado de Arizona en Estados Unidos, pero contiene el doble de especies de plantas y animales de los Estados Unidos y Canadá juntos, y cuatro veces más que toda Europa.

Esta diversidad se debe principalmente a la ubicación del país en el neotrópico, la presencia de los Andes y la influencia de las corrientes oceánicas en sus costas.

La principal amenaza para la conservación de la biodiversidad en Ecuador es la deforestación, ocupando el segundo lugar entre los países de América Latina en términos de niveles más altos de deforestación.

A pesar de esta biodiversidad y abundancia de recursos, Ecuador enfrenta serios problemas económicos. Como algunos autores han señalado, los peores resultados de desarrollo, medidos en pobreza, desigualdad y privación, a menudo se encuentran en países con la mayor dotación de recursos naturales. En lugar de contribuir a la libertad, el crecimiento ampliamente compartido y la paz social, los ricos depósitos de petróleo y minerales a menudo han traído la tiranía, la miseria y la inseguridad a estas naciones.

Algunos datos muestran que el ingreso promedio de los países ricos en recursos aumentó en un 35%, mientras que los países pobres en recursos aumentaron el ingreso promedio en un 80% entre 1980 y 2009.

Entonces surge la interrogante ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puede entenderse que los países ricos en recursos naturales no lo sean en términos económicos?

Se han hecho muchos intentos para explicar este fenómeno, uno de ellos es la hipótesis de la maldición de los recursos o la paradoja de la abundancia, una de las hipótesis más estudiadas en economía en las últimas décadas.

Algunos de los argumentos de esta hipótesis son: los ingresos de recursos fáciles eliminan un vínculo crítico de responsabilidad entre el gobierno y los ciudadanos. Estos ingresos también generan una riqueza asombrosa que facilita la corrupción. Juntos, consolidan el poder de las élites y los partidarios del régimen, agudizando la desigualdad de ingresos.

La infraestructura (como carreteras, ferrocarriles y puertos) se ha construido con un solo objetivo en mente: sacar los recursos del país al precio más bajo posible, sin ningún esfuerzo para procesar los recursos en el país.

En suma, se trata de economías no diversificadas, mala administración del capital natural y los beneficios no son invertidos adecuadamente ni distribuidos equitativamente.

Actualmente, el mundo enfrenta serios desafíos ambientales y se ha hecho evidente el conflicto entre el desarrollo y la conservación. La diversidad biológica define nuestra existencia en el planeta. La biodiversidad es necesaria para nuestra supervivencia, como nuestra única esperanza de vida para el presente y para las generaciones venideras. Pero debemos ser buenos administradores de esta riqueza que nos ha sido dada y sobretodo debemos ser equitativos y justos para que no haya “islas de riqueza en un mar de pobreza”.

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