Por: Cecilia Puertas

Docente- Investigadora

Así decidí llamarlos (modifiqué el título de la película de Ridley Scott). La Xime dice que son feos, pero yo los veo hermosos, altivos, tiernos.

Nos percatamos de su presencia el año pasado, cuando desde la ventana de la oficina de Gestión Ambiental pudimos observar a uno de ellos pavoneándose ante el otro con balanceos insinuantes, se trataba del cortejo ritual de apareamiento; desde entonces hemos sido testigos de la historia de amor de la pareja de gallinazos negros. Casi todos los días, se posan en el mismo sitio: en el techo del edificio de aulas de la UIDE. Allí pasan las horas acariciándose con su pico, acicalándose mutuamente o abriendo sus alas para secarse después de un aguacero.

El gallinazo negro, nombre científico Coragyps atratus, es primo del cóndor andino ya que pertenecen a la misma familia (Cathartidae). Es un carroñero generalista, que puede comer los cadáveres de casi cualquier animal, es, por lo tanto, el encargado del departamento de saneamiento de la naturaleza; aunque también puede cazar presas pequeñas.

No tienen plumas en su cabeza, para que cuando se alimentan, no queden restos de carne en descomposición. Localiza su comida por su aguda vista o siguiendo a otras aves carroñeras como el cóndor o el gallinazo cabeza roja que tienen mejor olfato. Su distribución va desde Estados Unidos hasta el sur de Chile y centro de Argentina.

Pero lo mejor es verlos en el aire. Planean en lo alto buscando comida, manteniendo sus alas horizontales cuando se deslizan, hay momentos en los que se quedan suspendidos, como si fueran una cometa.

Según la literatura pueden vivir hasta 15 años en estado silvestre; y son monógamos, es decir forman pareja de por vida, así que Telma y Luis tienen muchos años para ser felices. Luego del apareamiento que observamos, Telma y Luis dejaron de aparecer en el techo por unas cuantas semanas, seguramente empollando y criando a su nuevo hijito, pero este año regresaron y todos en la oficina estamos eufóricos de verlos nuevamente. Así hemos aprendido que, aunque para muchos, solo son un par de aves carroñeras, también hay amor que trasciende todas las formas, y que no tenemos que ir muy lejos para ver la magia que la naturaleza nos ofrece ¡solo hay que abrir los ojos y VER! Aprovechemos la grandiosa oportunidad que nos brinda el campus UIDE a todos los que tenemos la suerte de disfrutarlo.