Por: Andrea Jaramillo

Docente y Analista del Departamento de Gestión Ambiental-UIDE

Vivimos tiempos complicados en los que la amenaza de un enemigo invisible pero letal nos atormenta todos los días. Son tiempos en los que el encierro, la desazón y la incertidumbre ha invadido nuestras vidas y nos encontramos en una encrucijada de pensar que estamos viviendo una pesadilla que jamás pensamos experimentar en los días de nuestra vida.

Muchas conjeturas se han realizado acerca de las causas que han generado esta pandemia de dimensiones mundiales, desde experimentos de laboratorio, hasta causas naturales y animales que han servido como vectores como en el caso del pangolín. Lo cierto es que desde el año 2007 ya se habían realizado varios estudios científicos en los cuales se apuntaba a que esta situación actual podía desarrollarse como resultado del constante maltrato que el ser humano ha perpetrado contra la naturaleza. En este sentido, una de las teorías señala que es el propio ser humano el que ha ocasionado que estos virus desconocidos entren en contacto con las sociedades. Los seres humanos han contribuido a contaminar ecosistemas y extinguir especies intermedias que hubieran servido de barrera para evitar la propagación de tan letal virus. De hecho existe una hipótesis de que la destrucción de los ecosistemas y la biodiversidad está íntimamente relacionada con el aparecimiento de nuevas enfermedades.

Por todo lo anteriormente expuesto el único culpable de la crisis sanitaria que se vive en estos momentos serían las propias sociedades al extinguir especies exóticas, comercializarlas y consumirlas, destruir sus hábitats y propender a la contaminación de diversos tipos de ecosistemas.

Queda demostrado que una vez que el ser humano ha tenido que refugiarse en su casa, la naturaleza ha vuelto a invadir espacios que creía perdidos. Se puede observar cisnes en los canales de Venecia, pájaros reales en Madrid, jabalíes en diversas calles de Europa. Lo único que queda claro es que el hombre y la naturaleza siempre han compartido una intrínseca relación y que las sociedades dependemos del medio ambiente para sobrevivir. Ojalá esta lección que nos ha costado muertos y heridos no se nos vuelva a olvidar nunca más.